Mirando sus manos, duras, grandes y castigadas, podemos darnos idea de lo dura que ha debido de ser su vida laboral, su lucha por sacar adelante, año tras año, sus vinos a la luz. Víctor Robles, un hombre que presume de tener unos vinos de siempre, con olor y sabor a vino, como debe ser un autentico Prieto Picudo. Nos recibe en su bodega, subterránea, fría y limpia, donde sus vinos descansas y se forman antes de ser embotellados y acompañarnos en fiestas, comidas y reuniones. Son vinos para disfrutar, para saborear... recuerdan a los vinos de antaño, donde se…