En el señor Casto Pequeño se unen varios factores que lo hacen un hombre digno de mencionar.
Quizás sean sus noventas y tantos años, su lucidez, inteligencia y vehemencia en sus palabras.
Nos mostró, con el ritmo y la forma que él ha escogido, como se elaboraba el vino y sobre todo, como se distribuía la maquinaria vinícola que es su momento, allá por mediados del siglo pasado, se encargó de repartir entre las viñas de la época.
Hemos vuelto a los años de escasez, a los últimos de Filipinas, al Veriveri y a la calidad y el mimo del trabajo de antaño. También nos ha contado como es el mundo actual del vino, tras sus gastados ojos.
Noventa años de enseñanza y de cariño.
Su legado… su hija Puri y su nieto, recién acabado en enología.
Gracias por recibirnos, gracias por aguantar pacientemente las horas de grabación.
Gracias por tus conocimientos y tus palabras.
El placer ha sido nuestro…